El método masónico
Es sencillo y muy antiguo. Se basa en tres pasos escalonados:
El silencio y la introspección del Aprendiz
Un iniciado en la Masonería escucha y valora el silencio. Durante la andadura en este primer grado, el Aprendiz participa en todos los acontecimientos de la Logia: observa, escucha y medita sobre el extenso simbolismo que se despliega delante de sus ojos –no habitual en su vida cotidiana–, y sobre las pautas que siguen los hermanos más avanzados en este proceso. Su quehacer es el autoconocimiento: introspección y meditación, para deducir y aprehendiendo, aprender. La enseñanza más importante que se le plantea al Aprendiz es el viejo aforismo griego: “Conócete a ti mismo”.
La actividad del Compañero
Terminado este periodo de silencio, el segundo escalón abre un nuevo camino al Compañero, de forma simbólica y también real: viajar, recorrer el mundo exterior, visitar territorios, personas y circunstancias en los que probar la existencia del mundo silencioso y más oscuro que ha aprendido a distinguir en el grado de Aprendiz. Impulsado por el acicate ilustrado del “Atrévete a saber”, el Compañero debe salir de sí mismo: pasa de tener una conciencia individual a una social o colectiva. Bajo su propio criterio, ejerciendo el pensamiento crítico y el espíritu constructivo que nos caracteriza, deberá volver a su logia para compartir con sus Hermanos lo vivido y lo aprendido. Así los compañeros se convierten en los embajadores de la inteligencia colectiva de la Masonería.
El equilibrio del Maestro
En este tercer grado se reconoce que el francmasón ya ha transitado por el lado más oculto de la introspección y por el lado más claro de la explicación de las cosas que suceden en el mundo exterior; estas dos perspectivas han de ser conciliadas, porque forman parte irremediable de la vida. Esta visión completa es el equilibrio de los contrarios, la valoración positiva de lo interior y de lo exterior, de lo espiritual y de lo social: la visión total de un Maestro cabal.
Experimentamos tanto la luz como la oscuridad de la que somos capaces en nuestro devenir existencial, los retos morales con los que nos hemos de enfrentar en la vida. Todo forma parte de la imperfección de la condición humana: somos una obra inconclusa y construirnos depende de nosotros mismos. El Maestro es plenamente consciente de ello, de que “lo que haces, te hace”.
¿QUÉ SUELE ESPERARSE DEL MÉTODO MASÓNICO?
No es infrecuente que se esperen respuestas a inquietudes existenciales, espirituales o incluso religiosas. Tampoco es extraño que se espere una preparación para una actividad política o social.
Ambas actitudes, u otras similares, son erróneas, porque el método masónico no tiene ningún propósito distinto del desarrollo positivo de las personas. En las logias no se dirige a nadie, más bien al revés: se fomenta el pensamiento crítico y el autoexamen.
¿QUÉ SE PUEDE ENCONTRAR EN EL MÉTODO MASÓNICO?
El método masónico no proporciona respuestas de ninguna clase: propicia una preparación personal para que cada uno encuentre las respuestas a sus propias búsquedas.
En primer lugar, a través del silencio descubrimos el esqueleto interno que soporta la realidad natural; después, reconoceremos este soporte en dichas realidades; y, finalmente, al sintetizar el conjunto y ver su sentido, nos encontraremos posiblemente en condiciones de acercarnos al conocimiento de la realidad.